Di «gracias». Notar pequeños trozos de buena fortuna puede resultar en una gran recompensa en felicidad.
Nos han dicho que contemos nuestras bendiciones más veces de las que podemos contar. Y ¿Quién tiene 5 o 10 minutos para meditar sobre todo lo bueno de la vida, cuando hay cosas más urgentes de las que estresarse, como retrasos en los viajes debido a tormentas de nieve, un electrodoméstico que no funciona, un plazo de trabajo inesperado o simplemente un pequeño atasco de tráfico?
Si bien hay una ventaja en centrarse en lo negativo —nuestro cuerpo y cerebro quieren prestar atención a las amenazas potenciales para mantenernos a salvo—, investigaciones muestran que «nuestro estado de ánimo mejora cuando nos centramos en la gratitud«, dice Erin Olivo, Ph.D., psicóloga clínica de Nueva York y autora del libro Wise Mind Living (Viviendo con la Mente Sabia). Mejor aún, tomar solo unos segundos para estar agradecidos cuando llega algo bueno a nuestra vida puede convertirnos en optimistas a tiempo completo. Llamando a estos segundos como «momentos de micro-gratitud«, ella y otros especialistas advierten que pueden mantener nuestro estado de ánimo elevado durante el día, e incluso calmar la ansiedad y la depresión.
Yo soy Patricia Skorsetz, y te presentaré algunas estrategias sobre cómo reconfigurar nuestro cerebro para tener una mentalidad de “la vida es buena”.
Detectar lo positivo
Detectar lo positivo en nuestra vida no significa esperar a que algo increíble suceda, sino aprender a apreciar las pequeñas cosas que realmente importan. Justo como cuando nos encontramos sonriendo, vamos a notar de verdad el porqué. ¿Qué sentimos? ¿Dónde lo sentimos? ¿Tiene este sentimiento algún color?. Por ejemplo, cuando presionamos el botón del ascensor para que se abran sus puertas y lo hace de inmediato, nota ese «¡Sí!» que pasa por nuestra mente. Darle a esos pequeños momentos de alegría la misma atención que le damos a lo negativo balancea la energía.
Después de algunas semanas agregando a nuestra lista de cosas buenas, la práctica de notar circunstancias y eventos caracterizados por accidentes afortunados o incluso descubrimientos inesperados y agradables se convertirá en algo natural para nosotros. ¡Es como construir un músculo de positividad!
Poner alarmas puede ayudar a automatizar este proceso. Por ejemplo, programar un recordatorio en el teléfono para que suene tres veces al día, indicándonos que tomemos nota de las pequeñas cosas que nos hicieron felices. Elegir un desencadenante diario o crear momentos de alegría de manera consciente también es de gran ayuda. Acumular estos minutos positivos nos hace más propensos a pensar por la noche, «hoy fue un buen día» y realmente sentirlo. ¡Dulces sueños!
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